Un llamado en el medio de un viaje
a pie por esos lugares llenos de plátanos
que llamábamos ciudades en el tiempo
en que todavía buscábamos un momento
de alucinación que nos promoviera a un
estadio más cercano a los movimientos bruscos.
La melodía de la estación era difusa.
Se repetía por momentos y por momentos
se volvía monótona al punto que uno
se diferenciaba de ella echándose en el pasto.
La voluntad es lo más suave que tenemos,
dijo el Maestro en el parque esa vez.
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lunes, 12 de enero de 2015
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