En el comienzo, las
cosas eran
violáceas y todas
las plantas
benignas.
Después vinieron el
resto
de los colores. Los
colores que
quisiéramos para
nosotros
si la vocación se
apaciguase
y los hitos
crecieran
como crecen las ranas:
a montones y por
todo el verde.
Hay un reflejo del
otro lado,
en el fondo de la
laguna.
Nos conocimos
primero y después
tuvimos el pan de
la mañana
en su acepción más simple.
Llueve sobre los
gatos
que ahora
prefieren lo furioso
del verde y la
relación con
los pájaros en la
mitad del parque.
Y no hay otros
ruidos. Es el monte
en su dimensión fantástica.
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