No tiene un
capricho hacia un rumbo
específico
porque nada, va y viene,
porque nada, va y viene,
pasa entre las
plantas, se muestra tal cual es:
ni demasiado
exótico ni demasiado vulgar,
aunque él no sabe
de esos términos.
Tiene la timidez
que adora, el ir y venir
por lugares que
conoce y también el gusto
por adentrarse en profundidades
por adentrarse en profundidades
que no ha tocado ni percibido.
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