Hoy al mediodía, bajo la lluvia,
mientras caminaba por la
vereda para ir a buscar a
mi hija,
ante una desgracia ajena, sentí que de ese lado de la calle, a mi alcance,
ante una desgracia ajena, sentí que de ese lado de la calle, a mi alcance,
estaban los motivos para darle un sentido potente y profundo
a esa tragedia hasta dejarla reducida a un acto redentor.
a esa tragedia hasta dejarla reducida a un acto redentor.
Y al mismo tiempo,
presentí que enfrente,
sobre la otra vereda, había un mundo azaroso y absurdo
sobre la otra vereda, había un mundo azaroso y absurdo
que no atinaba a lograr una quietud siquiera
aproximada.
Y en el asfalto fui capaz de no tomar una elección específica.
Pude dejar que las cosas
siguieran más allá de mis creencias.
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