Hay algo que
llamamos potencia, energía, ser, estar ahí en el medio de todo lo que es
espacio, materia, tiempo, vida, la multitud inabarcable de cosas que realmente
existen para que intentemos darles algún sentido que nos permita justificar la
experiencia que entraña lo pasajero y diminuto de un estado que no termina de aquietarse
nunca, y que por eso nos impulsa a vivir entre leones que esperan a su próxima
presa con la parsimonia de los voraces.
La energía
sin embargo no es susceptible de ser narrada. Es como la música, o un cuadro
que está ahí en su mismísima potencia de ser algo. Por eso debemos aprender a situarnos
según las escalas energéticas que traza el momento. Todo momento está atravesado
por ciertas potencias y son las potencias nuestras que sumamos a ese concierto
lo que determina el impacto que ese cuadro energético puede llegar a tener en
nosotros.
Cada
situación está a la espera de nuestro acoplamiento y es el verdadero conocimiento
de la naturaleza de las cosas lo que determina un resultado u otro. Tener mayor
conciencia es la luz que nos permite comprender que nuestro destino es individual
en la medida que involucra un alma destinada a fusionarse con el prójimo, con
lo otro. Con todo lo demás.
Es decir,
uno, como individualidad, como Ser, solo existe para fusionarse con lo otro.
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