La prisión más grande empieza en uno;
no busquemos respuestas en lo que aparece escrito
en las tumbas, donde algunos, ahora idos,
quisieron fijar un motivo de poder y de unión.
Nuestro poder no pueden ser palabras
que les pertenecen a otros,
ni puede entregarse a quienes viven
sin saber que los sistemas exceden a los hombres
y que por sus intersticios brota el líquido
corrosivo y pegajoso llamado competencia.
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