Todos estos años, como soldados en hilera,
nos enfrentaron a un hecho esencial:
existen sistemas de poder,
que establecen discursos,
que crean verdades, que tomábamos como reglas.
Por eso las cosas son tan fáciles y tan difíciles a la vez.
Los sentimientos no mienten,
y sin embargo andan contaminados por los mismos
discursos que nos obligaron a caminar
de cierta forma hacia ciertos lugares.
Entonces, como estamos en un terreno incierto,
debemos actuar por conveniencia.
Los eventos tienen un ritmo, cierta vacilación,
una forma de desplegarse. Y a esa forma la debemos
investigar, aceptar y sobre todo respetar
(si es que queremos andar libres).
Los eventos se nutren de la energía de otros
y, en la medida que podamos enlazarlos con la nuestra,
son suficientes para sentirnos menos solos.
Tensionar y distender. Hacer y esperar.
Día y noche. Recordar eso sirve también.
Y sirve disfrutar de los viajes
esperanzados por encontrar
las sorprendentes realidades,
que parecen fantasías, sin generar
un título, sin ponerles un rótulo.
jueves, 7 de noviembre de 2019
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