En el alto árbol
de lo más alto del monte
se escuchan chicharras
exaltar lo que nos pasa.
Los peces más abajo
supongo que siguen
en la búsqueda
de un haz de luz
que los refleje.
Otros pescadores
vuelven a mirar el cielo
para predecir cuándo
se va a largar la tormenta.
El sol sin embargo
todavía aparece de a ratos
tal como te gusta.
Me parece que hay
un martin pescador posado
en una rama más allá,
igual que en un cuento
que leía de chico.
Se puede decir
que éste es el cielo y que éste
es nuestro tiempo. Brindemos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los mismos caballos
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario