Vas en el auto,
el aire es templado,
la noche quieta,
los grillos cantan,
los plumerillos
apenas se mueven.
El camino de tantos días
ahora es un palacio
en la montaña.
Y te acordás de un mundo
que no era demasiado lindo
y está roto.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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