Naciste con el píloro tapado,
durante muchos días no pudiste comer.
Hasta que un médico,
de nombre Gianantonio, decidió
operarte y te salvó la vida.
Desde entonces vivís
con una angustia que te exige
sobreactuar lo dramático.
En la orilla, veías el mar a la espera de una tormenta mientras tus hijos jugaban a un costado. Pensabas en tu padre y en sus éxitos. ...
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