Naciste con el píloro tapado,
durante muchos días no pudiste comer.
Hasta que un médico,
de nombre Gianantonio, decidió
operarte y te salvó la vida.
Desde entonces vivís
con una angustia que te exige
sobreactuar lo dramático.
Caía el sol. Hablaban de lo lindo que sería ver un faro a lo lejos. Una gaviota, al ras del agua, enfrentaba el viento. Contaron l...
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