Porque ibas en bici
el canto de los pájaros
te relajaba y anochecía.
El aire era cada vez más frío,
los sonidos cada vez
más lejanos.
Y por un momento,
todo tenía sentido.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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