En ese mar
querías estar separado
del cuerpo.
Limpio, ibas,
recalabas en el fondo,
subías entre algas verdes,
fluorescentes, larguísimas;
y emergías, eras capaz
de ver lejos.
O eso te pareció
por un instante.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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