Una noche, parecía
que los bordes de un iceberg
iban sobre el calmo
turquesa del mar.
Y fuiste a pedirle
que te acompañe a verlo,
pero el blanco indeleble
no apareció más.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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