Pisaste unas hormigas
y aparecieron las tragedias
que podrían tocarte
en la incipiente tibieza
que ronda los campos
cuando amanece
y la niebla persiste
hasta que el sol
sobre la tierra helada
se eleva.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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