Unos niños, como
pequeños animales, para evitar la lluvia, se ocultaban bajo grandes hojas
“oreja de elefante”.
Vos ibas en bici
y el canto de los pájaros te relajaba porque el aire, cada vez más frío, volvía
a los sonidos más lejanos.
En la parte más
ondulada, unos pájaros negros y pequeños formaban en el aire una mancha de
tinta. Las nubes se abrieron para volver a la pradera más verde y después casi
amarilla.
Cruzaste esa
ruta por la que no pasa nadie y seguiste hasta un camino que se ensancha. A tu
derecha, viste árboles sin hojas y galpones iluminados por dentro.
Los iluminan, te
diste cuenta, para que las gallinas sigan produciendo. Entonces, con la bici al
costado, en el olor nauseabundo, viste a las gallinas moviéndose en sus jaulas como
robots, y miraste de nuevo más allá de los galpones hacia el sol que estallaba detrás.
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