Se termina un día de invierno sin una gota de viento. Hasta donde alcanza tu vista sigue habiendo campo; pastizales y cada tanto montes de eucalipto dispersos. En uno de ellos, en el más grande, precisamente cae el sol. Y a tu derecha, se ve una fila de torres de alta tensión sobre arrozales secos. Ahí unos cuatro o cinco burros pastan junto a varios ñandúes. Y arriba de ellos el cielo tiene pequeñas nubes. Lo más extraño es que un águila se detuvo sobre en un poste a mirar el escenario mientras todo sigue en su tono plácido e inmóvil. Después, dos cigüeñas levantan vuelo. Todo sería una obra de arte si pudieras llevarla a una ciudad para que la vean miles de miles cada uno a pie o incluso desde su auto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario