Voy a una cena con mis compañeros de colegio primario. Primera vez que no siento la necesidad de imponer mis ideas. Me siento liviano, incluso indulgente. Atisbos, en realidad. Pero poderosos, incipientes. Mis amigos están en senderos parecidos. Ccmo rosas a punto de abrirse, diría. Hablamos, en un jardín de un club señorial, bajo un plátano centenario. Mirándolo, pienso que el árbol es una escultura inmensa, viva. Su tronco, un cuerpo poderoso. Se eleva hasta un sexto piso, calculo. Después, fotos en la entrada del lugar. Posamos junto a una escultura en mármol de Carrara. Venus hermosa, Venus deseada Y nosotros a su alrededor, tocándola, sonrientes, incluso felices.
sábado, 1 de abril de 2023
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
En la tierra helada
Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario