En ese tiempo, recorrimos la orilla de la playa buscando una casita de madera que habíamos construido entre unas acacias. Mucho tiempo antes, viéndola casi terminada, habíamos dicho que podríamos vivir en ella un tiempo. Adaptándola, una temporada podríamos vivir, te escuché decir. A nuestro lado, unos gaviotines caminaban hasta que se quedaban quietos como si buscasen tener una perfección escultórica. A esos gaviotines también a veces los mirábamos sentados en las rocas., a pocos metros donde una casita de hormigón alojaba a la Virgen del Carmen, la Virgen de los pescadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario