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viernes, 1 de diciembre de 2023

Un tono renacentista

 

En esos días, poco después del amanecer, los gorriones buscaban semillas en el barro y al poco tiempo volaban y solo quedaba la despedida de la luz que ensayaban unas ranas. Tiempo después, a esas ranas las pintamos cantando cerca de una madre que sostenía a su hijo sobre el agua. Tengo incluso acá conmigo, en mi mesa de luz, una foto de ese cuadro: en el centro se ve a la madre emergiendo de la negrura de una laguna que tiene un barro pintado por donde se deslizan unos caracoles. Por lo visto, la madre se metió al río a rescatar a su hijo —que aparece en sus brazos— y, con una expresión de sorpresa, mira a las ranas que cantan bajo unas calas. Como fondo se ven unas montañas nevadas y un cielo con partes magenta y nubes grises. Es un cuadro que tiene un tono renacentista logrado.

 

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