En este valle, dicen, hay algo
que pasa de un lado a otro
y nos transforma en la medida
de nuestras posibilidades.
Y puede que sea verdad.
No éramos capaces de cantar bien,
pero en este valle nos paramos sobre las laderas
y contra todo pronóstico
entonamos.
Y son bellos los cantos.
Muchos usan las laderas para subir
y después bajar por un piso de piedra
donde circula poca agua.
Pero nosotros permanecemos
cantando con la vista en el horizonte.
El mismo donde vimos
perros vagando noches enteras.
Noches donde nada se movía.
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