martes, 24 de septiembre de 2024

Frankfurt

 

Frankfurt. Asiento con buen espacio por tratarse de categoría más cara. Vale la pena en mi opinión. Llegada al aeropuerto y visión de la gente. Personas de todo el mundo. Tren hasta el departamento y comida en un lugar atendido por dos alemanas amables. Caminata por ambos lados del río. Llegó el otoño. Momento destacado: barrio apacible y café italiano junto a parroquianos. Todo parece fluir en una aparente tranquilidad. Una joven, de una apariencia tipo alemán clásica: cara redonda, ojos claros y rubia, con un hijo de apenas seis meses protagoniza un evento que me recordó la maternidad de la Virgen María. La madre la da la mamadera a su hijo en sus brazos con devoción. 

Bastantes turistas no obstante el comienzo del otoño. Un grupo de japoneses ingresaron a la catedral en plena ceremonia y comenzaron a sacar fotos con total desaprensión por el rito. La catedral tiene retablos que se destacan, pero es más bien su interior es un gran espacio poco ornamentado. Estamos en Europa del norte, me digo (aunque el culto es católico). A la salida, charlamos con un mozo argentino y su hija. Nos recomienda ir a Heidelberg. Iremos, decimos. El hombre nos explica que trabaja para unos italianos del norte, avaros, dice, aunque queridos por él... Es entusiasta, alegre, tiene todo lo fantástico que uno espera en un ser humano a simple vista y lo bueno es que no voy a saber más sobre él y me puedo quedar con esa impresión...

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