El viento parece frío afuera. Desde la bañadera, dejo por un momento mi cuaderno y veo caer la lluvia, y otra vez en mi cabeza, como entonces, pasan unos peces, van, nadan alrededor de unas rocas que tienen franjas de salitre. Antes confiaba en que encontraría un lugar en el jardín donde nada molesta, ni causa temor, ni alcanza a conmover lo que se ubica en un valle de felicidad. Pero ahora sé que ese valle no existe y que, solo con suerte, de tanto en tanto, puedo tocar los instantes.
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