viernes, 11 de octubre de 2024

La casa de Karen Blixen

Fuimos a la casa de Karen Blixen, en las afueras de Copenhague. Me conmoví al ver su tumba, sencilla, bajo los árboles. Pero más tarde, después de recorrer la casa y conocer un poco más sobre su vida, no pude evitar preguntarme cómo es que la vida de un artista termina convertida en una atracción turística.

En una de las salas proyectaban un video de una entrevista que le hicieron para el New York Times. Mientras lo veíamos, le comenté a mi amigo danés, que estaba conmigo de visita: “Cuando le preguntan a un escritor qué es lo mejor de la vida, está frito”. Supuse que era un comentario ingenioso. Aunque ahora, pensándolo mejor, ya no estoy tan seguro.

No está claro cuál es el verdadero sentido del arte. Tal vez tenga que ver con provocar en uno y en otros cierta forma de felicidad, de pasión, un mayor contacto con la existencia. Pero mientras lo pensaba, sentía que forzaba las palabras. Intentaba explicar algo que, en el fondo, no lo precisa.

Solo más tarde, al disfrutar durante un largo rato las esculturas de Henry Moore, entendí mejor. Estaba parado frente al mar, en el jardín del museo. Caía la noche y escuchaba el rumor del agua en soledad. Por instantes, un rayo divino me tocó el cuerpo. Después seguí con mi vida como si nada. Pero no debería ser igual.

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