En ese tiempo, al menos soñaba con estar cerca de los pájaros. Un deseo simple que no alcanzaba. Aunque a veces, en forma tenue, vislumbraba algo entre las plantas, un pájaro ratonero igual al que vimos un atardecer lluvioso. Estaba en la orilla bañándose tan cerca nuestro que a tu lado fui un dios con los pies en el agua. Sí, esa tarde cerraba los ojos y del cielo caía agua y más agua.
Y pronto, llegaron más pájaros, y todos, entusiasmados, saltaron sobre el pasto.
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