Camino por la orilla de un lugar que tiene tiburones pudriéndose como nunca antes al sol. También entre las rocas hay cosas que fueron espléndidas -se nota-, y hay montones de mujeres que van envejeciendo y, como pueden, intentan mantener su encanto metiéndose las tangas en el orto y cosas así. En el agua, pendejas que no quieren salir; es porque está caliente. Y arriba albatros que revolotean como guardianes fantásticos. A los extremos, delicadas palmeras.
El olor no deja de ser espantoso en ningún lado y alguien sugiere quemar leña.
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sábado, 4 de febrero de 2012
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