jueves, 16 de mayo de 2013

Una tarde correntina



Eso que nos exalta y divierte en el meridiano donde las cervezas se sostienen. Hay flores en el mantel y eso nos alegra también. Me gusta este bar, digo con la vista en unos gorriones que  aprovechan las migas, y giro la cabeza para recibir mejor el sol. El bar –para nuestra felicidad- está en una avenida cubierta de árboles. Ellos, de manera incierta, hablan de una jungla al final. Lo que sigue a la pampa está acá. Se puede hablar de un milagro. Es decir, acá es posible disfrutar sin gestos que evoquen algo. Estamos en un lugar alejado de películas y fábulas de cualquier tipo. Es fuerte el sol y cada uno lo siente. Nos amamos con lógicas pausas y el amor brilla.

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