La necesidad de estar un poco
más sereno cuando las anguilas
recorren la periferia donde
nadás etéreo
porque flotás como flotan
los camalotes que veías de chico
cuando ibas por el río
en ese barco que te parecía
tan pero tan grande
que era -en tu imaginación-
un pueblo entero flotante
bajo la luz de la luna
en un verano que se volvía
más y más caluroso
y que tu padre intentaba
paliar con una botella cerca;
cosa que alteraba los ánimos
de tu madre y así ibas según
recuerdas ahora de forma inexacta,
y sin embargo todo eso pasó alguna vez
según sabés.
Archivo del blog
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La osteópata
Me subí al auto para ir a la osteópata que me había recomendado mi hermana. Treinta minutos de viaje. El Waze me hizo pasar por calles que ...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
Viajo junto a un hombre pequeño, de mirada afable, con un gesto de humanidad comprensivo con el prójimo. O al menos lo supongo cuando lo s...
-
Vuelvo de la playa abrumado. Y lo peor no es esa sensación tan grande, lo peor es cuando la realidad te persigue y te alimenta: hoy iba por ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario