Los
lapachos amarillos al costado
del
camino conducen a senderos
más
pequeños que sostienen orquídeas
malvones
y animalitos. Arriba, el cielo permite
a
los pájaros otear el suelo. Las plantas se alzan
como los soldados de un ejército
como los soldados de un ejército
que resguarda unos cerros enanos
que al atardecer se vuelven azulinos
y después violáceos.
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