Sueño con un rancho consumiéndose
por las llamas en un paraje lleno de
carpinchos que jamás se retiran
cuando uno se los pide. El
espacio es atravesado
por ríos que pueden nadarse a caballo
con una precaución: tienen víboras
que crecen gracias a los roedores que ingieren por la noche.
Hay camalotes con flores preciosas y en pequeñas
islas palmeras quietas. En los alrededores veo
hombres que dominan los cuchillos
y se valen de máquinas y alambres.
Y después, un sentimiento más allá de lo posible.
Un espectáculo religioso, aunque más íntimo.
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