Nos encontramos después de veinte años o más
en la mesa de entradas de un juzgado, uno al lado del otro,
en el rol de litigantes que esperan su turno para pedir
un expediente cargado de innecesarios vericuetos.
Eran las ocho de la mañana de un día de sol
del mes de marzo.
Nos miramos como diciéndonos sos vos,
y cada asintió en silencio. Y fue lindo.
En ese instante no recordé bien por qué
nunca tuvimos algo juntos en la facultad.
Supuse que seguramente por las trampas
de muchas nociones románticas que no llegaron
a desplegarse. O por mi timidez, seguramente.
Vos te acordabas bastante algunas anécdotas
cosa que me hizo mucho bien. Y yo quise aparecer
ante tus ojos como más amoroso de lo que antes era
-y creo que lo logré-.
Y te miré después de veinte años y pico,
y supuse que cada uno de nosotros nos estábamos
viendo más viejos y, como si eso fuese penoso,
te recreé como te recordaba en la facultad.
Y seguimos nuestra recorrida.
Archivo del blog
jueves, 17 de marzo de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El examen
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
Una vez levantado de la siesta, y luego de quedarme mirando el techo un buen rato, decidí que lo mejor sería terminar algunos dibujos que te...
-
Viajo junto a un hombre pequeño, de mirada afable, con un gesto de humanidad comprensivo con el prójimo. O al menos lo supongo cuando lo s...
No hay comentarios:
Publicar un comentario