En el primoroso
lugar donde siempre estuviste
hoy no
estás. Tal vez por un error mío,
o no sé bien
por qué. En todo caso,
te
espero para remediarlo, por los siglos
de los
siglos, donde vos digas.
Son las seis y veintidós de la mañana. Me desperté por segunda vez en la noche, como tantas veces, inmerso en sueños implacables, continuos,...
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