Te levantaste en el tiempo
y había un
entusiasmo espléndido:
los mejores caballos se habían disparado
y nadie atinaba a
enlazarlos.
los mejores caballos se habían disparado
Son las seis y veintidós de la mañana. Me desperté por segunda vez en la noche, como tantas veces, inmerso en sueños implacables, continuos,...
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