El ir, una y otra vez,
hacia el mismo lugar
que no tiene no tiene
potencia ni alegría,
pero que nos brinda un
espacio conocido
en donde podemos
reconocernos como
lo que suponemos que
somos,
como si ese
reconocimiento
fuese útil para remontar
un barrilete en una playa
espectacular
donde no hay viento.
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