Era un niño sensible
y después fue un adulto
que sufrió los fenómenos
sutiles
enlazados con los
sentimientos.
Y así fueron sus días,
un esforzado camino en
favor
de una paz siempre lejana
porque la sensibilidad es
una criatura
temerosa y delicada,
según decía.
Hasta que buscó, una y
otra vez,
adentrarse en las
vibraciones de los otros.
Y poco a poco, esos
mínimos gestos
fueron su búsqueda través
de los años.
Hoy descansa junto al puerto,
Más allá de unos árboles
jóvenes,
tal como hubiese deseado.
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