Liberar el tiempo y la necesidad de hacer
algo en especial. Ser concreto en eso.
Estar más allá de una voluntad determinada
por algún tipo de trascendencia.
Ser como los peces que van, remontan el río,
vuelven a dejarse llevar por la corriente.
De esa manera -dicen los sabios y yo les creo-,
se puede llegar a fundir mi espíritu con la fuerza
mucho más grande.
El universo entero puede vivir en mí,
y yo mismo ser el todo, sin que en especial,
sea algo más allá de la imagen de un pez
que sigue plácidamente el curso del río,
que va, verde y transparente, como una
víbora arriba de la tierra.
Y así las imágenes continuarán
arropando mi cuerpo hasta que mi cuerpo,
solo, pueda estar sosegado por el hecho
de ser parte de todo.
domingo, 9 de abril de 2017
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