Concentrado en un punto que intento sea divino
en donde las cosas son solo para jugar y no representan
otra cosa. No hay aquí dobleces.
Estoy al fin lejos del mundo, fuera del universo.
Emparentado con el lugar donde no hay límites.
Tengo el abrazo en mí, y él me pide persistir
en esa sensación de entrega que justifica
la inmersión en un mar que ofrece
una tenue animación para el viento
que golpea mi cara.
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martes, 4 de abril de 2017
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