martes, 4 de abril de 2017

Una vela

Concentrado en un punto que intento sea divino
en donde las cosas son solo para jugar y no representan
otra cosa. No hay aquí dobleces.
Estoy al fin lejos del mundo, fuera del universo.
Emparentado con el lugar donde no hay límites.
Tengo el abrazo en mí, y él me pide persistir
en esa sensación de entrega que justifica
la inmersión en un mar que ofrece
una tenue animación para el viento
que golpea mi cara.

No hay comentarios:

A la hora de vivir

  Estuve en la casa de las afueras de la ciudad. Durante la noche, las gotas sobre el techo de chapa siempre me producen la felicidad que ce...