en los gestos de padres y madres
y de cualquiera que captásemos apto.
Un portero podía ser de ayuda.
Nuestra carencia ocupaba el espacio.
Los pandas comprados en el negocio de la vuelta
intentaban imprimir un toque bondadoso,
pero enseguida ese toque volvía a desaparecer
pero enseguida ese toque volvía a desaparecer
por cuadras llenas de gente y tráfico.
Esas cuadras zumbaban, hasta que de pronto,
en una plaza cercana, oculto y grandioso,
un zorzal trinaba.
Esas cuadras zumbaban, hasta que de pronto,
en una plaza cercana, oculto y grandioso,
un zorzal trinaba.
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