para que las cosas reposen un poco,
mientras algunos pasan frenéticos,
con la vista puesta en una forma que los abraza
y los empuja a ser más y más intensos
en el despertar de cada día.
Nosotros en cambio vamos atrás de lo tenue.
El día declina en una tristeza
que de a poco, por ser tan frágil,
se ha vuelto tierna y nos convierte
en los que aguardan la llegada del ímpetu en el agua.
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