Libre mi cuerpo de ataduras se volvía
ágil y versátil y dejaba al fin de ser materia
para volverse luz cálida lista para reflejarse
en el agua de un cántaro que está en lo alto
de una montaña que por poco toca el cielo.
Hoy supe por primera vez que mi máxima
trascendencia estará dada por el momento
en que ya no quiera permanecer un instante más
del que me toque estar desintegrado del resto.
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