Había una luz redonda que descansaba
en un cuerpo dispuesto a sentir
la plasticidad de los sauces.
Estábamos frente al río
moviéndose gracias a un viento
que comenzaba a soplar
en el principio de un otoño ideado
para estar ansioso.
Hasta que me hablabas de un final
que no tenía un solo rasgo
de imperfección o soberbia,
y te ibas.
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