y exaltados queremos hacerle saber a muchos otros
la magnitud del contacto que hemos logrado;
hasta que descubrimos que no existe un lugar firme
desde donde se pueda transmitir eso.
Y nunca del todo consolados,
detentamos cierto placer en el verde
de quienes viven muy arriba;
y muy pronto, vacilantes, con la tibia caída del sol,
volvemos a nuestros pequeños cuartos.
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