Un día de principios de marzo,
sin que podamos explicar bien por qué,
algo tuvo una impronta que nos dejó
acostados en un desierto oscuro
acostados en un desierto oscuro
donde vimos las estrellas junto a unos zorros azulados.
Arriba, cerca de las nubes, en una casa antigua, joven todavía, aunque no tanto ya, con dos hijos incluso, y una mujer amada y un montón d...
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