jueves, 28 de junio de 2018

Mujer adulta


Ellas que adoraban la distancia que ampliaban
gracias a los besos que las cubrían hasta el punto
de volverlas más deseadas por esa imposible belleza.

En el límite la retenían por siempre y para siempre.

Hoy, mientras las veo en la mesa de un bar
cercano a mi casa, ya sin esos encantos
y con los primeros signos de una vejez 
que desacomoda cada uno de los gestos,
admiro esa gracia que les otorga 
la posibilidad de ser más 
que todo lo que alguna vez fueron.

Esa oportunidad de adoptar 
un canto que las haga propias.

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