Hoy me levanté con el ánimo de crear algo íntimo, feliz,
tibio y redondeado, algo capaz de ser la rosa que ilumine
este día, y tal vez el que sigue, y con suerte también el próximo,
una rosa ubicada en un jardín pacífico que presenta un estanque
donde, a buena distancia, en cierto costado,
podría vivir un célebre impresionista,
en paz, seguro de que la mente puede ser dominada,
y seguro de que esa dominación no lo va a arrastrar
a ciertas locuras que teme como al mismísimo vacío,
el vacío de no sentirse amado por quien tiene un amor
que es lábil, irritable y precioso, y pequeño también,
pequeño como un ratoncito que desde una gran casa del centro
quiere ir al fantástico y mudo estanque.
lunes, 22 de octubre de 2018
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