Tenemos un tiempo limitado y una energía limitada, de manera que espero ver dónde se ubica mi potencia porque ahí van mis deseos, y donde van mis deseos está mi impulso hacia el tiempo. Se juega mi avance.
Pero lo curioso es que, cuando veo dónde pongo mis deseos, noto que una energía enorme la tengo puesta en puntos fantásticos, irreales, de imposible cumplimiento, o bien de un cumplimento que de concretarse implicaría, por los costos acumulados, un estado general no deseado. Es decir, muchas veces deseo objetivos que no tengo en realidad bien calibrados, y eso me obliga a ir detrás de flores que solo veo en lo alto de la montaña.
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