y ahora, en la orilla, vemos el mar calmo y a la espera
de una tormenta incipiente, otoñal y arrumbada.
En los márgenes, las historias repetidas por dioses
no son tan grandes ni tan potentes,
de una tormenta incipiente, otoñal y arrumbada.
En los márgenes, las historias repetidas por dioses
no son tan grandes ni tan potentes,
y ni siquiera aparecen dotados de la autoridad
que supuestamente les corresponde.
que supuestamente les corresponde.
Y eso nos gusta un poco, y otro tanto nos inquieta:
los mirábamos a cada rato creyendo
que de ese modo también ellos nos mirarían.
los mirábamos a cada rato creyendo
que de ese modo también ellos nos mirarían.
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