Quisiera decirle a mis amigos que los discursos pertenecen a una serie de mandatos, intereses y designios que debemos tomar con pinzas para beneficio nuestro porque, una vez que podemos hacer eso, una gran liberación nos invade y nada de los que podemos decir o pensar nos resulta una cadena que nos ata a pesadas murallas pertenecientes a castillos inmensos, pulidos y grandiosamente pesados y costosos. Y que para colmo, debemos defender a ultranza.
Ser libre de pensar que todo lo que nos contacta está sujeto a una amplia gama de interpretaciones, en cambio, nos permite saber que las convicciones que nos atraviesan son insuficientes para garantizar un punto real de equilibrio, y que todo lo contrario, en caso de volverse rígidas nos llevan a permanecer siempre en la misma tierra y frente a los mismos paisajes.
Lo que pasa es que los puntos reales de equilibrio son en verdad una construcción bastante improbable, porque lo más cierto es que vamos a tientas sujetos a miedos, limitaciones y angustias, y en verdad no existe un discurso específico y total capaz de solucionar esa condición de seres vivos, cambiantes y expuestos a un mundo mucho más complejo que lo que cualquier discurso, idea o construcción puede cristalizar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
En la tierra helada
Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario