Una ciudad y una botella debajo de ella. Nuestras manos buscan esas raíces y a montones de novias arrodilladas a la espera de una liberación que podría venir de parte de un rey simpático y viejo y ya no más buen mozo.
Cada vez menos vanidoso y certero, decide que es hora de dejar ir a tantas y tantas bellezas que le recuerdan a unas palomas que alguna vez deseó, quiso, concentró celosamente, y dejó ir con sus potentes manos.
martes, 27 de agosto de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
En la tierra helada
Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario