hacia una dirección
que desvanece toda forma innecesaria
y ahí lo dormido
me permite sentir
la tibia mano de una mujer
que me pide amor
delante de unas hortensias azules.
De pronto, todo en mi vida era perfecto. O tal vez, ideal en el sentido de que era todo lo que debía ser. Y cuando digo todo, hablo tambié...
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