Me despierto angustiado.
He soñado otra vez con lo mismo:
el amor no resulta tan categórico como creía,
y esa decepción es un dolor inmenso pero también
la fuente de una atracción enorme.
Está muy marcada esa contradicción en el sueño,
y tal vez, espero, un poco más aceptada.
Creo que el origen de lo categórico
en el lenguaje, en los pensamientos,
viene de la misma vertiente,
de un niño que no puede aceptar
que el amor de su madre no es para él solo,
o que en realidad el amor de su madre
no es todo lo fuerte que debería ser.
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